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COLOMBIA UN PASADO OSCURO, UN FUTURO EN EL LIMBO


Cortesía: Ejercito nacional de Colombia

Opiniòn

Haber reconocido el conflicto interno entre las fuerzas del estado y los grupos al margen de la ley será el paso inicial en la preparación hacia una historia nueva y diferente en el fin de un ciclo plasmado por la sangre, el miedo, la zozobra, el desplazamiento, las masacres perpetuados desde los diferentes grupos armados que han disputado el rigor de la guerra doliente. Los colombianos sin embargo, somos conscientes porque aun lo vivimos, la población rural sigue sufriendo uno de los conflictos armados internos más antiguo de todo el continente, con una permanente situación de violencia caracterizada por la sistemática violación de derechos humanos, así como el reiterado desconocimiento de las normas del Derecho Internacional Humanitario DIH. De ahora en adelante las cosas tendrán que buscar una diferencia enmarcado en justicia, reparación y no repetición incluyendo e iniciando por el mismo estado.


Para el gobierno colombiano hasta hace meses se preocupaba en profundidad por temas relacionados al conflicto, buscando soluciones no tan apropiadas siendo participe en un problema bélico que cada día preocupa más. En todo este tiempo ha guardado cierta distancia con el problema, teniendo como salida el derrotar por las armas los grupos al margen de la ley. Las entidades responsables no han estudiado con detenimiento esta situación y las repercusiones que la misma conlleva en la salud mental de los colombianos.


Con la firma del conflicto entre gobierno y las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia pueda que quizás haya una esperanza y de por terminado la pesadilla que parece no terminar. De lograrse sostener la intención de seguir en pie la firma del acuerdo de paz, los desafíos del país darán frutos en un futuro en el que las nuevas generaciones podrían ver un país anhelado.


Después del acuerdo, el gobierno colombiano deberá seguir intentando por una salida al dialogo con otros grupos conformados como el ELN otra de las fuerzas alternas al mismo pensamiento que las guerrilla de las FARC no sin antes combatir los residuos que dejo esta organización que delinquen y se rearman bajo las mismas siglas continuando con el legado terrorífico que sus excompañeros cometían no solo contra la población civil. El acuerdo de paz firmado en el año 2016 que actualmente se refrenda a paso lento y con vacíos deberá ser el mayor propósito del actual gobierno. En estos se reafirman puntos de participación política no solo por parte del nuevo partido FARC, sino la intención de implementar los otros cinco puntos del acuerdo.


Uno de los puntos siendo primordial es subsanar los actos cometidos durante su participación del conflicto violando el derecho internacional humanitario y los tratados de Ginebra. En Colombia se estima según entidades estudiosas en temas de derechos humanos la violación del DIH en actos de la guerra no solo por los grupos armados catalogados como terroristas, sino también la participación en el conflicto por agentes del estado llámese fuerzas armadas y otros terceros como ELN, M-19, EPL Y las AUC. Las escalofriantes estadísticas indican que en crímenes de guerra la población civil ha sido la más comprometida con cerca de 300.000 civiles en su mayoría pueblos indígenas, campesinos y líderes sociales asesinados frente a 46.813 combatientes pertenecientes a las fuerzas armadas del estado. Dentro de las cifras destacan el numero alarmante de asesinados a manos de cada actor armado siendo la más alta atribuida a los paramilitares con un total de 94.754 muertes, a diferencia de las guerrillas de izquierda con 35.683 y 9.804 a agentes del Estado, cifras que aparte de preocupantes son un poco dudosas, el estudio realizado por el centro de memoria histórica de Colombia recopiladas en el libro “basta ya”


Dentro de los crímenes que más se han desarrollado a lo largo del conflicto se destacan acciones como: el secuestro, la desaparición forzosa, la violencia sexual, las masacres, el reclutamiento de menores y atentados terroristas contra la fuerza pública, la población y la infraestructura del territorio nacional tema que el gobierno deberá buscar pronta salida. En los desafíos en el término del conflicto se destacarán: la desminado humanitario el cual en el país se desarrolla en varias regiones afectadas por minas antipersonal y armas no convencionales dentro del reglamento del DIH, este proyecto organizado por los ingenieros militares del ejército nacional en colaboración con 10 Organizaciones Civiles más en la que se encuentran instituciones como la: OEA, UNMAS, GICHD, ITF y FSD.


Para el acuerdo final del 2016 entre farc y gobierno se establecieron en sus puntos acordar unos de los principales temas en materia del conflicto, para este las victimas tendrán un trato especial por parte de sus victimarios, ellas participarán de un proceso que tardará bastante tiempo en el que contara la verdad, se reparara y las victimas en totalidad busquen reconciliarse con sus verdugos. En el punto cinco se acordaron que las acciones concretas de contribución a la reparación se harán actos de reconocimiento de responsabilidad, la contribución de los victimarios para la reparación de los damnificados, la restitución de tierras, la reparación colectiva y la rehabilitación psico-social. Así mismo se dispuso de la creación de un grupo jurídico que se encargará de administrar las justicia con los participantes de la guerra, la Jurisdicción Especial para la Paz buscará investigar, esclarecer, perseguir y sancionar las graves violaciones a los derechos humanos y las graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario.


En conclusión los reglamentos que estipulan el actuar de la guerra en las que se encuentran la participación de organismos y tratados como el Convenio de Ginebra, el derecho internacional humanitario será fundamental para la consolidación de un verdadera paz en donde se le cuente y se repare las víctimas. Sus disposiciones seguir laborando arduamente en preservar lo que constituye la esencia del ser humano: su humanidad. Se trata de un derecho irrevocable. A nuestra generación le toca ahora consolidar los logros obtenidos hasta ahora, en la guerra siempre deberá asumir la sociedad y el estado un papel responsable al diálogo, buscando soluciones para que no volvamos al pasado sangriento y sin esperanza. Es nuestro deber aprovechar esta oportunidad.


 
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