TENDRÉMOS QUE SEGUIR CONSTRUYENDO UN CAMINO HACÍA LA PAZ
Con acuerdo o en desacuerdo el país deberá buscar más soluciones y menos conflictos.

A lo largo de la historia del país, se ha desencadenado una secuencia de conflictos y hechos dolorosos por el simple hecho de no estar de acuerdo con las propuestas del contrario, respuestas que de haberse podido concretar quizás le hubiesen ahorrado tanta sangre y dolor a un pueblo doblegado por la avaricia, el terror, la pobreza, la delincuencia, la corrupción y otros sin número de problemas sociales. No han sido sólo 52 años de guerra como lo indican algunos, la historia nos cuenta que para poderse lograr los objetivos de las políticas de estado y sus dirigentes, han argumentado que ha sido indispensable plasmar la sangre de los compatriotas sobre estas hermosas tierras de nadie, como no han hecho creer, pero que al momento de disputarlas como cita el dicho: "En la guerra todo se vale"
Las excusas perfectas para argumentar esta sed de guerra y odio han sido varias, ejemplo de ellas han estimulado la misma bajo el don del servicio, el patriotismo, la independencia, la reclamación de igualdades y derechos, la revelación y alza de armas contra el estado, estrategias que poco a poco han ido engrosando la lista negra que pareciera no tener fin.
Historias tristes han enmarcado los planos y medios tantos locales como internacionales, sectorizando al país en una sociedad de guerra, narcos, drogas y prostitutas. Una mal llamada "Colonización" desató después de muchos años la propuesta de independizarse de un reino que los azotaba con impuestos, hurtos, discriminaciones etc. Tiempos después la patria boba, la guerra de los mil días, los carteles del narcotráfico fueron las novedades de una sociedad que se acostumbró a ser insensible y a convivir con esto.
Las creaciones de grupos guerrilleros, las disputas de intereses políticos han generado grandes conflictos. El anhelo y derecho de una nación que reclama paz, pero que a la misma vez es partícipe de este cuadro patológico en la siembra del dolor, el odio, la ambición e intereses por los recursos, la corrupción y la doble moral de una sociedad que parece importarle poco las situaciones.
Las víctimas cuentas sus muertos, su dolor, sus tristes y amargas historias llenas de resentimiento, lo único que quieren es tratar de subsanar sus heridas. Dentro de mi memoria han quedado grabados sucesos personales y de terceros. La guerra ha sido testigo con tanto inocente, enfrentándolos, bofeteándoles en la cara sin compasión. Mi abuelo (Q.e.p.d) muchas veces me comentó acerca de esos sucesos que marcaron su historia dentro de la llamada guerra fría en los que fue testigo de asesinatos de sus amigos y vecinos de infancia siendo descuartizados por pensar diferente; de como en muchas ocasiones tuvo que indicar que compartía ideas de liberales y conservadores para escapársele a la muerte. Jamás se me han olvidado las anécdotas contadas con tristeza y el corazón partido de algunos familiares que han visto la guerra a través de las filas del ejército, como la vez que mi tío que contó que se salvó de haber sido asesinado, masacrado o secuestrado por las farc en la llamada "Toma guerrillera a la base de las delicias" que afortunada mente no cobró su vida, pero sí la de algunos de sus compañeros que no contaron con la misma suerte de haber sido destituidos para aquella época de la base.
O las cantidades de veces que me ha comentado mi primo quien es actualmente suboficial del ejército que a lo largo de su carrera militar ha tenido que recoger a sus hombres asesinados y masacrados en combate en situaciones de guerra a la misma vez que agradece estar vivo después de vivir tantas situaciones difíciles en el área de operaciones. O situaciones que viví personalmente cuando pertenecí al ejército bajo el rango de soldado regular, he tratado de cerrar ese capítulo de haber visto a 2 de mis lanzas asesinados en medio de ataques y hostigamientos por parte de los grupos ilegales o haber visto la muerte en 2 ocasiones, fue esa mano divina que nos salvó de caer en un campo minado. Pueda que este episodio sea imposible borrarlo, he tratado, pero los sueños muchas veces se han encargado de recordármelo.
El alimento del odio crece cada día, muchos desde pequeños han sufrido en carne propia la indolencia de la guerra, pero hoy gritan ¡Basta ya! ¡No más!, otros la han visto desde sus comodidades, desde los medios que nos han mostrado los sucesos a lo largo de nuestras vidas. Actualmente lo que se respira es temor, zozobra, incertidumbre por lo que pueda pasar después de no apoyarse el acuerdo de paz pactado y firmado en Cartagena entre el gobierno y las Farc, también se respira odio a través de las redes sociales culpando, jugando a ser vulgar, estigmatizando, viendo el lado negativo sin atribuir a soluciones que se reacomoden los acuerdos para buscar un fin al conflicto, siempre teniendo en cuenta el respeto hacia el libre pensamiento del prójimo, sin importar sus ideologías sociales, identidades etnográficas, raciales, económicas, sexuales o intelectuales.
Se acusan de ser castro chavistas, comunistas o uribistas, paracos, brutos, indecentes, vulgares, grotescos o hacedores de la guerra, todo punto de vista debe ser respetable, gústenos o no, abrir hoy las redes sociales se puede considerar como contaminación visual, un destino a observar los odios, los rencores, los resentimientos que causan a las personas o grupos determinados, generando temas polémicos que van desde la religión, la política, el fútbol, los gustos musicales, culturales, las identidades etnográficas etc., al igual todos quieren tener la razón sin importar la del otro.
¿Cómo pensar en construir paz así? ¿Cómo iniciar una serie de soluciones que nos conlleve al perdón y la reconciliación desde nuestra propia existencia? Aquí el único problema no ha sido el conflicto entre la guerrilla y las fuerzas militares, aquí los verdaderos problemas es que nos hemos olvidado del prójimo, nos falta solidaridad para parar este ciclo de corrupción desde la clase politiquera que ha mal administrado nuestros recursos olvidándose que el país tiene 32 departamentos para atender y velar por sus derechos como lo reza en la tal magna y adornativa carta política de Colombia en temas de salud, alimentación, educación, la vida entre otros. Aquí el problema son los impuestos que sumergen al país en una situación económica deprimente en donde el menos favorecido es la población humilde que determinó el pensamiento de que "El pobre, más pobre será cada día y el rico se sostendrá en la cima". Son la falta de oportunidades no solo en las ciudades que han tenido que albergar a más de 2 millones de víctimas del desplazamiento por causa de la guerra y de intereses de terceros, sino en el campo rural que ve sus esperanzas reducidas debido a la falta de gestión y olvido por parte el estado.
¿Qué hacer después del resultado del dos de octubre? Se quiera o no, se debe iniciar por respetar que cerca de 50% de votos, favorecieron el NO en las urnas, sea que sus mentes hayan o no sido influenciadas, aquí no somos enemigos de nadie. Lo que desaprobaron fue un acuerdo de 6 puntos, sí claro puedo haber sido el inicio para ponerle fin a un conflicto, pero tampoco es el acabose, aquí hay que sentarse nuevamente a dialogar, concluir, rectificar y reestructurar, mirar que es lo que pone trabas para dar ese paso final, si es verdad que se anhela y están depuestos a luchar por la paz.
Por parte de los colombianos estamos en la obligación de seguir luchando, apoyando y buscando soluciones que le den salida a un conflicto del cual no podemos seguir viviendo. Sé que en la mente del país aún están vivas las imágenes de la guerra producida por parte de los grupos ilegales armados causando miles de actos atroces como: secuestros, atentados, siembra de minas, hostigamientos, muerte de familias y el desplazamiento forzados de las mismas, sé que es difícil llegar a perdonar a los que tanto dolor nos causaron y más aún llegar a premiares con amnistías, perdón, curules y otros beneficios. Pero, si no es así, cómo terminar este triste episodio?
Colombianos nuestra tarea es dignificar nuestra nación y construir esa patria que tanto anhelamos todos, una Colombia de inclusión e igualdad sin ideologías guerreristas, ni políticas, en donde se respeten los derechos humanos y los gobernantes entiendan que el pueblo es más que el gobierno y que ellos ascienden en su poder para el servicio de la nación. Compatriotas la paz la edificaremos todos, respetándonos. Tal vez así lo vea yo!